Elogio del trabajo

Los hombres y las mujeres que componen este ámbito trascienden la figuración. Estos personajes aparecen casi siempre de perfil, concentrados en la faena, inexpresivos y distantes, como si llevaran sobre sus hombros una carga de preocupación. Un elemento distintivo es la irrupción del color blanco en áreas, volúmenes y fondos. Asimismo, la distribución de las figuras entre fulgores amarillos con acentos de negro. Bajo esta mirada aparentemente idealizada hay una crítica velada sobre las condiciones laborales del trabajador.

 

Ahora bien, los personajes ‘activos’, cuyos gestos se aplican a una tarea productiva, se entregan casi siempre a labores multiseculares, que llevan el sello de la perennidad y remontan a las Santas Escrituras, comunicando al trabajo una valoración simbólica. Recoger flores (probablemente para ofrendarlas), cosechar el trigo o el algodón, atender las faenas de la pesca, mantienen ese fundamentalismo, ligado a la tierra y aun al génesis de la actividad humana.

Marianne de Tolentino

Elsa Núñez: de los mundos interiores a los paisajes sin límites (1988)